Quería ver y vi. Vencí o me dejé vencer, ahora me importa poco. Me llené en dos segundo, dos horas, dos meses. ¡Qué más da! Me llené y ahora no me vacío.
Me dediqué a ir tocando las heridas de mis nexos tras la batalla. Apretaba el dedo cada vez más a medida que éstas iban sanando. No quería olvidar el ruido de los cañones, el olor a pólvora, la sed de sangre.
Yo era feliz cuando estaba hecha de aire. Cuando me restregaba como una gatita convenida al pantalón más suave. Cuando no me dedicaba a querer besar mejillas. Yo era feliz pero, no te confundas, yo soy feliz. No te negaré que ciertas texturas confundieron mis bigotes. No te negaré que hubo fibras que deseé no romper. No me confundas, sé que sigo siendo aire. Aire que respira.

Te zarandearía hasta romperme los brazos. Te mordería hasta perder los dientes. Te amaría hasta vaciarme, maldito. ¡Maldito! Gritaría una y otra vez hasta perder el aire.
Sólo necesito un toque. Un movimiento en falso y me desinflo.
1 comentario:
Me deslumbras siempre que leo tus palabras, por las formas, tan tuyas, y tan brillantes; y por ese fondo que sacas, tan de dentro.
Un beso
Publicar un comentario