Aquel había sido un día como otro cualquiera pero con un tono menos en sus colores. Había sido un día en que sus ojos eran grises en vez de verdes. Gris ceniza. Un día para no moverse, y también un día para quererse mover. Los corazones latían lento para no gastar energía.
Maullidos. Maullidos en la lejanía.
Aquel día parecía que el aire pesaba más de lo normal. Pesaba sobre los ojos, impidiendo cambiar las expresiones de las Monas Lisa. Aire denso que no cabía en los pulmones.
Aquel día parecía que el aire pesaba más de lo normal. Pesaba sobre los ojos, impidiendo cambiar las expresiones de las Monas Lisa. Aire denso que no cabía en los pulmones.
Y aquel gato cantando ante una puerta. Y aquel chico bailando a su son.
De tanto que pensaron en irse se fueron sin mover los pies. Tantos planes a largo plazo los convirtieron en gente que hoy no tenía nada que hacer.
Gente cansada de sus-tus-sus circunstancias. Gente con náuseas. Gente que espera. Gente rara que desea que llegue el lunes sólo por ver qué pasa.
Y, en la lejanía, un gato se lleva una torta.