Te veo cruzar líneas intermitentemente. Te veo pasar las piernas, las manos o el cuerpo entero a través de límites autoimpuestos. Te veo pasar y luego retractarte. Presión. Presión. Te llevas las manos a la cabeza. "No debí", dices, "No debí, pero no lo pude evitar".
Te dejas llevar. Saltas. Te enamoras. Te ciegas. Bailas. Te desenamoras. La vida en rosa. Dices y sientes. Sonríes con los ojillos entrecerrados. Sonríes y no oyes. Sonríes y dejas de ver. Giras, pasando de 15 a 40 en 1 hora. Giras, abres los brazos y vuelas. Ay! Qué bien sienta!
Te dejas llevar. Saltas. Te enamoras. Te ciegas. Bailas. Te desenamoras. La vida en rosa. Dices y sientes. Sonríes con los ojillos entrecerrados. Sonríes y no oyes. Sonríes y dejas de ver. Giras, pasando de 15 a 40 en 1 hora. Giras, abres los brazos y vuelas. Ay! Qué bien sienta!
Y luego llega la mañana y el frío te golpea con los primeros amagos de luz y de conciencia. Tu aliento exuda el alquitrán que confundiste con la brisa fresca. Boca seca. Empiezas a ver, dejas de sentir. Alegría de la que no se lava.
1 comentario:
Es que creo que me repito ya demasiado cuando te leo, pero es que es así, cuando te leo me quedo absorto, boquiabierto. Es un lujo hacerlo, toda una experiencia.
Un beso, María.
Publicar un comentario