El punto que podía ser cualquier cosa pero nunca dejará de ser punto

Torbellinos enmarañan cabellos, ramas, hilos, cortinas. Torbellinos acarician a quien esté dispuesto a salir de su escondite y abrazar la tarde, la noche. Abrazar el aire.

Y mientras, en una casa cualquiera, no importa en qué pared, hay un punto. Y sobre ese punto hay un par de pupilas insistentes que lo escudriñan, agazapadas, tratando de mantenerse sin identidad. Pupilas anónimas que vigilan y, a su vez, se esconden de un punto azul, verde, rojo... un punto que a veces no es más que una mancha negra. Un maldito efecto óptico hipnótico.

Frío, frío, tibio, cálido, caliente, ardiendo, congelado. Tal vez sea el momento. No, creo que no. No puede serlo. No es conveniente. ¿Quién quiere? ¿Quién necesita?

Usar, tirar, reciclar. Lo demás está de más.


***


"En algún lugar con buen clima el río hace tiempo que esta seco. El sol brilla y a veces, se ve una tímida nube en el cielo. "¿Cuando llegarán las lluvias?" dice alguien no-tan-viejo "la tierra lo necesita". Hace un año el agua corría, no podía parar. ¿Quién quiere que los diques se desborden? ¿Quién? A mi no me apetece tener que nadar."

(Fragmento de "El gato que arañaba por no aprender a llorar")